Cada
género de composición pide un estilo propio y peculiar, porque no se ha de
emplear el mismo estilo en una carta que en una obra didáctica o en un
discurso. Los antiguos retóricos dividieron el estilo en sencillo, templado y
sublime, y cada cual tiene el tono que le imprima la clase de pensamientos y la
manera de expresarlos.
Caracterización de los tipos de estilo
La
clasificación que sigue no es formal, pero sirve como guía para apreciar las
variantes estilísticas con los adjetivos que se le han aplicado
tradicionalmente en la oratoria y la retórica.
Según la extensión de la
cláusula
En
este concepto puede ser periódico, cortado, difuso y conciso.
El
estilo recibe el nombre de periódico, cuando en el escrito predominan
las cláusulas periódicas, así como cuando son sueltas se denomina cortado
o truncado, ya sean las cláusulas simples, ya compuestas, pero sin estar
ligadas por conjunciones, relativos, gerundios y demás partículas conexivas.
Estilo
difuso consiste en desenvolver completamente los pensamientos
presentándolos bajo aspectos diferentes para que puedan ser comprendidos. Si la
difusión es extremada, el resultado puede ser flojo y lánguido.
El
estilo conciso, contrario al difuso, presenta los pensamientos con las
menos palabras posibles, y las más expresivas, quitando todo lo que nada añade
al sentido.
Según la manera de pensar
En
este concepto puede ser nervioso, débil y vehemente.
El
nervioso consiste en expresar los pensamientos con fuerza, haciendo de
ellos una pintura viva, enérgica, y usando de voces expresivas y vigorosas.
El
débil es contrario al anterior, y proviene de que el escritor no siente
con fuerza, porque no este en posesión de la materia o porque sus razonamientos
sean hijos del ingenio, del talento, y no de la convicción.
El
vehemente tiene pasión, afecto, acaloramiento, y en su propia
impetuosidad abandona las gracias más menudas. Solo es usado en las composiciones
mas elevadas de la oratoria y en situaciones importantes y apasionadas.
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